El origen del mito

"Narra la leyenda
que la ciudad de Akra Leuka
la fundaron los Heraklidas"

lunes, 14 de junio de 2010

Entre la espada y la pared.

Primer match-ball salvado. El Hércules, tras empatar en el Hades de Cartagonova con un partido sobervio y sobreponerse a sus propios nervios en el Rico Pérez frente a los bukaneros de Vallecas, llega a la gran final del campeonato. El sorteo, denominado suerte, azar o destino, ha querido que esta finalísima de finales sea en el pequeño campo de uno de los pocos equipos Reales que encontramos en nuestra geografía y el que, probablemente, sea el más honesto de todos: el Real Unión de Irún. Allí, en tierras vascas, que ni los romanos, ni los árabes ni Carlomagno fueron capaces de tomar, será donde el destino del Hércules para la próxima temporada y, por qué no, para su futuro más inmediato, se decante por un camino y no por otro. Es increíble como un momento tan puntual, tan concreto y además tan simple como cualquier otro puede decidir tanto. Dos opciones: victoria o derrota, gloria o catástrofe, cielo o infierno. Nada más visto en el horizonte.
El día... o la noche, de la cual salimos hace no mucho tiempo y a la cual nunca querremos volver. El frío, la soledad, la incertidumbre... son sensaciones que nos inundaron en su día y las cuales desearíamos olvidar, pero que lamentablemente son muy difíciles de apartar. Ansiamos el día... con su alegría, vitalidad, proyección... con todas sus enriquecedores impresiones. Pues bien, 90 minutos lo decidirán. Es poco tiempo, pero es justo. Aquello que no hemos sido capaces de hacer en 41 jornadas, hagámoslo en una. Después de todo, queremos hacernos grandes, y para ello, tenemos que hacer grandezas. Como dijera Julio César allá por mediados del último siglo antes de Cristo: "alea iacta est"

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